​Al fin, llegamos. Eran las 13:00 horas. Ellos comenzaron a equipar el terreno y la boca de la sima, para poder descender. Iker grababa (lo había hecho todo el camino y ahora lo hacía con el descenso), Miguel ahora sujetaba la pértiga, Pilar la grabadora y el cable y Ainhoa sacaba fotos. Jon se preparaba para entrar en la cueva.


Mientras equipaban la gruta se dieron cuenta de que alguien ya lo había hecho antes, puesto que los spits (anclajes en las paredes) eran recientes. “Tienen menos de un año” aseguró uno de los espeleólogos.


Arturo lo dejó claro: “No os acerquéis al agujero, que haya por lo menos un metro entre él y vosotros. El terreno engaña, puede venirse abajo. Yo ahora me voy a poner serio, voy a estar centrado en esto, que no es ningún juego”. Bajaron uno a uno. El primero fue Arturo. Jon el penúltimo para así grabar desde abajo, desde la sima, el descenso del último.